Un momento con J Riechmann, las limitaciones de la empatia de uno para ser composivo

I.-

Hoy, al comienzo de la mañana, tomando un café, he leído el texto que ha introducido Jorge Riechamnn en su twitter ((@JorgeRiechmann):

...hay una diferencia sustancial entre empatía y compasión. La empatía es la capacidad de sentir lo que sienten los demás. La compasión es un estadio superior, es tener el compromiso y las herramientas para aliviar el sufrimiento."
Lo hace a partir de una entrevista al neuropsicólogo Richard Davidson en la Vanguardia  .

Conviene indicar que este Riechmann estuvo con nosotros en Trabajo Social de la UCM hace unos años, si bien, por desgracia sólo fue un hombre de paso. Su trayectoria intelectual y social es interesante verla, porque destaca en su heterodoxia, en un mundo, el de la Península Ibérica tan absolutamente condicionado por nuestras fobias y fibias.

También, en estas muestras de la perfección de unos, y la imperfección de nosotros, conviene decir que hace ya unos años no voté en favor de que el Dalai Lama fuera el primer doctor honorífico en Trabajo Social de la Universidad Complutense, cosa que propuso el sabio de Agustín Moñivas (otro profesor nuestro, hoy jubilado).

II.-

Esta mañana, en este marco de sentimientos ( unos, los mejores, producto  de la compasión,  calco semántico o traducción del vocablo griego συμπάθεια (sympathia), palabra compuesta de συν πάσχω + = συμπάσχω, literalmente «sufrir juntos», «tratar con emociones ...», simpatía), el invierno ya se ha anunciado. Y sin embargo, he sentido que me faltaba el olor a leña quemada ( de la vid) - algo propio de la zona oeste madrileña- y el tacto del granito; la ultima vez que pase mi mano sobre él estaba en el Espinar y trataba de que mis hijos no se cayeran de ese castillo que tenían en su imaginario formado por una encina y una masa de granito. Y con ansia, pasaba mi imaginación por el paso que va desde Cebreros (Avila),  el Hoyo - aquí siempre tengo ganas de desviarme a Santa Maria de la Alameda y, llegado a ella, respirar-, Navalperal de Pinares, Puerto de la Lancha - desde donde veo el paisaje lunar avulense y El Espinar. 

Madrid agobia y no deja tiempo a la compasión ni a la simpatía, entre nuestras paredes universitarias siempre el eco científico nos cala y pronuncia: " sé empático".


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